jueves, 12 de abril de 2018

En una calle de Santiago de Compostela.

Hace unos días me encontré a un profesor que no veía desde hacía mucho tiempo. Estábamos frente al escaparate de una librería en una de las calles de Santiago de Compostela, a un paso de la catedral.

Entramos a tomar un café en un bar, pues empezó a llover con fuerza. En la siguiente media hora hablamos de cosas divertidas y curiosas, de esas que nos ocurrieron entonces. En cierto momento le pregunté por qué se había ido a vivir tan lejos de su ciudad; fijó la mirada en mí y me dijo con cierta seriedad:

"Todo el mundo quiere huir de todas partes, ¿no te has dado cuenta? De la ciudad o del campo, del trabajo, de la vida monótona de cada dia. De lo que se trata es de escapar, de irse a donde sea. Se supone que en busca de la libertad, como si la vida fuera una cárcel. Lo que mucha gente no comprende es que la verdadera cárcel está en nuestro propio interior y de ahí no es tan fácil escapar".

Al despedirnos le di un abrazo.

Seguía lloviendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario