lunes, 1 de enero de 2018

La chica de "El Principito".

Tengo que enviar unos correos electrónicos a mis alumnos y no hay Wifi en varios kilómetros a la redonda. Un camarero me dice que pruebe en la pequeña biblioteca pública. Y así lo hago. Entro y está llena de gente, sobre todo de alemanes e ingleses.

Me siento en la zona infantil, aunque las sillas de colores son minúsculas. Al poco rato aparece ella. Camina de forma extraña, se dirige a mi mesa y se sienta. Debe de rondar los veinte años, lleva el pelo recogido en una coleta, viste dos camisetas de algodón y un vaquero ajustado. Le pregunto por qué se sienta tan cerca y me dice que le ha parecido que yo soy un escritor debido a mi aspecto -vestido de negro de arriba abajo-, y siente curiosidad por lo que pueda escribir en el ordenador. En los siguientes minutos la miro de soslayo varias veces. Siempre tiene la mirada perdida, como si estuviera en otro mundo. Poco después se acerca la encargada de la biblioteca y le dice que no me moleste. Ambos sonreímos y negamos con la cabeza, pero ella se levanta y comienza a buscar entre los libros infantiles. Coge uno y se sienta no muy lejos de mí.

Al irme, sonríe.

Está leyendo "El Principito".

Evidentemente, lo esencial es invisible a los ojos.

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