viernes, 18 de agosto de 2017

Las novelas y las bicicletas siguen siendo para el verano.

Acabo de ver lo que Asier Mesner escribió anoche tras terminar de leer mi novela "Entrevías mon amour" (Bartleby, 2009). Hace unos días Toñy Toro Garrido había recibido la misma novela y también escribió algunas cosas al respecto.

Asier escribió:

"Siento la paz de agosto de 2017, en la que acabo de leer una de las mejores novelas de este siglo; desde mi celda sin ánimo de notoriedad, desde mi alma. Se trata de "Entrevías mon amour", de Justo Sotelo, publicada en 2009. No voy a utilizar adverbios, adjetivos, nombres ni pronombres. Aún tengo que asimilar esta feliz travesía que acabo de experimentar, en esta novela escrita a fuego lento y desde muy dentro del alma. Llega, te atrapa y es "en el buen sentido de la palabra buena".

Cada vez creo más que el autor comparte su creación con el lector, pero es el lector el que da sentido al autor, en un acto universal de comunicación. Si debo ser sincero, me atrevo a decir que es de lo mejor que he leído de Justo, dentro de la calidad indiscutible de sus obras.

Desde La Mancha, desde León".

Toñy Toro, por su parte, escribió y puso las tres fotos:

"Las cunetas se han formado con el polvo de los muertos, los camposantos están llenos de zanjas, las zanjas llenas de fusilados. Sólo quiero que me arropes y te quedes a mi lado hasta que me duerma.

"Entrevías mon amour", la novela de Justo Sotelo... Una novela que se ha hecho esperar y que por fin tengo. He querido llevarla al muelle, un muelle que necesitaba reencontrar después de un tiempo y unas circunstancias distintas y he disfrutado de unas vistas y una temperatura exquisita. Ha sido una tarde muy grata acompañada de Teo Abad (quien narra la historia).

Tengo que leerla despacio y degustarla".

(Lo que me ocurre cada vez que encuentro esta novela en una librería, una red social o la casa de alguien es algo diferente a lo que siento con el resto de mis libros. Seguramente sea la novela que me justifique como escritor. Es la novela que debía a mi padre, a todos los padres que perdieron la guerra española, que pierden todas las guerras, pero que nunca se olvidan de sonreír y de coger a sus hijos en brazos y bailar con ellos).



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