martes, 16 de febrero de 2016

Cada vez que me subo a un tren me acuerdo de mi padre.

Cuando yo era pequeño, él me hablaba mucho de los trenes de su juventud, sobre todo de los que le llevaron siendo un crío al exilio, a través de Port-Bou hasta Francia.

Los trenes son para mí esos pasadizos interiores de los que hablaban Cortázar y Murakami, el Mandala que me conecta a mi padre.