viernes, 23 de noviembre de 2012

Por un cambio de sistema económico

Para creer en el desarrollo sostenible se debe empezar por cambiar las bases ideológicas del actual sistema económico. Nuestro sistema económico es muy agresivo, y tanto más porque se define como necesario e ineludible.

El desarrollo sostenible es un proceso en el que se amplían las oportunidades del ser humano, como disfrutar de una vida saludable y saludable, adquirir conocimientos y poder acceder a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente.

La economía de los países ricos se basa en producir y consumir grandes cantidades de bienes, lo que genera residuos y la necesidad de bienes no renovables. Así se daña el medio ambiente, con efectos como el cambio climático, el agujero de la capa de ozono, la pérdida de la biodiversidad o la desertificación. Frente al deterioro y degradación medioambiental, debería hablarse de un desarrollo sostenible que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades, según la conocida definición del informe de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

La Constitución española expone que “todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”. Con ello, el derecho a un medio ambiente equilibrado se convierte en un principio rector de la política social y económica.

Las dos ideas clave que gravitan sobre el concepto de medio ambiente son su “preservación” y “conservación”, aspectos con rango similar a los de crecimiento económico, pleno empleo, estabilidad de precios y equilibrio de la balanza de pagos. La preservación hace referencia a un objetivo estático, y alude a la corrección de los atentados que recibe el medio ambiente. La conservación, por su parte, representa un objetivo dinámico, en la línea de los conocidos aforismos clásicos de “quien contamina, paga” o “cautela y acción preventiva”.

El medio ambiente debería adquirir el rango de derecho fundamental del ser humano. Una forma de clasificar los derechos humanos se basa en las distintas generaciones de los mismos, lo que afecta a su evolución histórica. Tal clasificación comprende los derechos de primera generación (derechos civiles y políticos), los de segunda generación (derechos económicos, sociales y culturales) y los de tercera generación, a partir de los cuales se busca preservar la integridad del ente colectivo. Entre estos últimos están el derecho a un medio ambiente equilibrado, a la paz y al desarrollo.

(Publicado en el Diario Progresista el 25 de noviembre de 2012)

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