viernes, 19 de octubre de 2012

Las 5 libertades

El ser humano aspira a ser libre, es algo que lleva en sus genes, aunque en casos como el de la actual crisis económica se llega a plantear si es mejor elegir entre libertad y seguridad. En el fondo los dos aspectos están íntimamente unidos, ya que la seguridad protectora es una de las libertades.

Las cinco libertades esenciales del ser humano son las libertades políticas, los servicios económicos, las oportunidades sociales, las garantías protectoras y la seguridad protectora.

Las libertades políticas -donde también se incluyen los derechos humanos- son las oportunidades de los individuos para decidir quién nos debe gobernar y con qué principios, y comprenden los derechos que acompañan a la democracia en el sentido más amplio de la palabra.

Los servicios económicos son las oportunidades de los individuos de utilizar los recursos económicos para consumir, producir y realizar intercambios. En la relación entre la renta nacional y la riqueza, por una parte, y los derechos económicos de los individuos, por otra, son importantes no sólo las consideraciones agregadas sino también las distributivas, tanto como la forma en que se distribuyen las rentas nacionales.

Las oportunidades sociales hacen referencia a los sistemas educativos, sanidad, etcétera, e influyen positivamente en la vida privada, como es lógico, pero también en las actividades económicas y políticas.

Las garantías de transparencia hacen referencia al mínimo grado de confianza que pueden esperar los individuos: la libertad para interrelacionarse con la garantía de divulgación de información y claridad. Estas garantías inciden en el sentido ético de las actividades de los individuos, pues sirven para prevenir la corrupción, la irresponsabilidad financiera y los tratos poco limpios.

La seguridad protectora es vital para proporcionar una red de protección social que impida que la población más vulnerable, ante los cambios materiales que afectan negativamente a su vida, caiga en la mayor de las miserias y, en ciertos casos, incluso en la inanición y la muerte. Aquí entramos de lleno en la política social, al tener en cuenta los mecanismos institucionales “fijos”, como las prestaciones por desempleo y las ayudas económicas fijadas por ley para los indigentes, así como los mecanismos “ad hoc”, como las ayudas para aliviar las hambrunas o el empleo público de emergencia para proporcionar unos ingresos a los pobres.

Algunos defendemos la necesidad de estas libertades por encima de la utilidad (según los partidarios del enfoque del bienestar), e incluso de los bienes sociales primarios de Rawls. Considerando como prioritarias las oportunidades reales de los individuos para alcanzar sus objetivos, habría que tener en cuenta no sólo los bienes sociales primarios que posean las personas, sino también las características personales relevantes que determinan la “conversión” de los bienes primarios en la capacidad de las personas para alcanzar sus fines.

(Publicado en el Diario Progresista el  19 de octubre de 2012).

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