sábado, 5 de mayo de 2012

Economía y Literatura (V)

La escuela de la economía clásica posee tres pilares esenciales, que han demostrado ser muy resistentes con el paso del tiempo, pues de alguna forma siguen estando de moda en unos momentos de crisis tan particulares como los que estamos viviendo en estos momentos.

En primer lugar hay que hablar del racionalismo mecanicista que lo impregna todo, con un orden natural estable y armónico. A imitación de la física, la economía funciona gracias al intercambio que llevan a cabo los individuos en el mercado, y que posibilita el equilibrio según la idea de la “mano invisible”.

El segundo pilar es la asunción de los rasgos básicos de una filosofía psicológico-moral, basada en los análisis de Mandeville en su “Fábula de las abejas”, de 1729, y Hobbes, con su “Leviatán”, de 1751. Aquí están las ideas del “apetito del placer” y la “aversión al dolor” como impulsoras del individuo. Esos rasgos los enseñaba Smith como profesor de Lógica y Filosofía de la Moral en Glasgow, y también los tuvo en cuenta Bentham en su teoría del utilitarismo, de 1780. Una premisa fundamental para esta “Economía Política” que estaba naciendo sería que el comportamiento del individuo da sentido al análisis económico de la sociedad (esta no es más que la mera agregación cuantitativa de la suma de individuos que la integran), A ello habría que unir el hecho de que el individuo contribuye al bienestar de la sociedad cuando actúa por criterios personales en busca de su propio beneficio.

El tercer pilar de la economía clásica es la adopción de planteamientos fisiócratas, al centrarse en la producción manufacturada fabril como origen del excedente económico. Ahora la Economía Política ya no será estática como con los fisiócratas, sino dinámica, con la preocupación del crecimiento económico y la distribución del excedente. Además constituirá una visión epistemológica que trata de comprender el funcionamiento de la economía.

Tal construcción intelectual, con el mayor desarrollo por parte de David Ricardo, no tuvo gran relación con los científicos naturales, ni con el método de Kant, aunque fue seguidora de Descartes. Ni Smith ni Ricardo reclamaron su vinculación con la actividad científica de su época y tampoco mostraran interés por buscar analogías con los debates metodológicos de su tiempo.

El método de Ricardo es opuesto al de Smith, pues la materialidad de los hechos económicos no aparece en aquel, el proceso de desarrollo histórico no es contexto de descubrimiento de las leyes económicas, ni tampoco los hechos son los refutadores de esas leyes, que no van a ser contrastadas. La verdad de las hipótesis de Ricardo queda al margen de su eventual verdad.

(Publicado en el Diario Progresista el 4 de Mayo de 2012).

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