viernes, 7 de octubre de 2011

Posmodernidad literaria (y IV)

El recurso a las redes sociales es una consecuencia de todo lo expuesto en los anteriores artículos. También influyen la cultura cinematográfica (el arte del siglo XX) y la realidad virtual que proporcionan los nuevos soportes técnicos, el marketing y la música pop -sobre todo, entre los jóvenes- conectada con todo tipo de músicas, desde la clásica a las de los países del Tercer Mundo.

La ficción ha estado confinada hasta hace poco en el restringido ámbito de la creación artística, pero ha terminado por contagiar la realidad cotidiana a través de la visión que de ella ofrecen los medios. Se vive dentro de la cultura del simulacro y la simulación; es la cultura del “remake” (en cine, teatro, arquitectura, pintura, literatura). El mapa ha cubierto el territorio, por utilizar la metáfora de Borges. Todo se virtualiza y puede resumirse en imágenes, con inversión de los papeles entre el sujeto y el objeto; ahora sería el objeto el que representa al sujeto.

Aun así, no hay que olvidar que el arte ayuda a encontrar un sentido a la vida. Lo virtual lucha contra la mentira del poder utilizando otra mentira mejor; es un paso más en el camino del ser humano. A la hora de estudiar el cuerpo humano se ofrece un diagnóstico en tres dimensiones, y ya se habla incluso de telecirugía. En economía, los bancos se convierten en virtuales, como el dinero. Y en cuanto al texto, hay que referirse al hipertexto (un texto virtual) que se abre a través de enlaces. Los jóvenes y menos jóvenes navegan ya habitualmente con su “messenger” o lo hacen a través de “blogs”.

Con el desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías se pueden crear, literalmente, nuevos mundos que no necesitan de la materia prima del mundo real para que puedan existir, e incluso interactuar. Algunos ejemplos son las películas de los ochenta como Blade Runner, con el eclecticismo entre cine negro y ciencia ficción, el pastiche temporal, la mezcla de razas e idiomas, y el mundo como realidad virtual, donde cada vez hay menos diferencias entre realidad y ficción.

También puede considerarse la primera película de Indiana Jones, y películas esenciales de la posmodernidad, como E.T. o Matrix, lo que recuerda a Jankélévitch y sus expresiones “yo no sé qué” y “casi nada”, a la hora de representar lo que no es posible representar, de decir lo que resulta indecible o de mostrar lo que parece invisible.

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