sábado, 29 de octubre de 2011

Tertulia del 2 de Noviembre de 2011

Comento varias cosas:

Lo primero es daros las gracias en nombre de Ángel García Galiano. Me ha escrito y me ha dicho que se lo pasó muy bien con nosotros ayer por la tarde. Yo creo que fue recíproco, claro.

Me ha enviado también el enlace del Congreso sobre Moore (el autor de "V" que tanto admira) que va a desarrollarse en el Paraninfo del edificio A de Filología en Noviembre en el departamento de Lengua española y Toería de la Literatura (el mío, por cierto). Algunas cosas tienen muy buena pinta para saber por dónde camina la literatura en estos tiempos.

http://congresoalanmoore.blogspot

Para la próxima tertulia, la del día 2, tenemos invitada a la poeta Ana Delgado, que nos presentará su libro "Uvas, sexo y chocolate". Nos la presentará nuestra actriz Sol Montoya.

Y para que no me echen más la bronca por no decirlo, os comento que el 1 de Diciembre, a las 11.30, en la segunda planta del Edificio A de Filología leeré mi tesis sobre "La semántica ficcional de los mundos posibles en la novela de Haruki Murakami", que han dirigido Garrido y Lafuente. Si a alguno os apetece, y podéis ir, sería bonito veros por allí.

Rilke en La Mancha (y III)

En la Elegía de Rilke también se observa mucho cosmopolitismo, como si su autor necesitara reflejar toda la historia de la humanidad en el interior de los versos del poema, algo similar a lo que le ocurrió a Eliot con "La tierra baldía", una especie de resumen del alma humana y de su paso del reposo al movimiento (y viceversa) a lo largo de los siglos.

Una explicación plausible es que Rilke fue un trotamundos que nació en Praga, pero vivió experiencias repartidas por toda Europa, desde Rusia hasta París pasando por Suiza. Era la pulsión romántica del viaje, a pesar de que su literatura ya no reflejara esa época.
Quizá por ello la elegía se sitúa en la coordenada temporal, pero al final pasa a la espacial. El poeta debe traspasar tanto la vida como la muerte, al igual que les ocurre a los ángeles. La vida que recoge el poema es una vida (una ciudad) falsa. De ella sólo pueden salir los muertos.

“Los ojos del muchacho no la aprehenden, todavía
en el vértigo de la muerte temprana. Pero la mirada
de la esfinge, desde detrás del borde del pschent,
espanta al búho. Y rozándola en lento frotamiento
a lo largo de la mejilla, la de redondez más madura,
el búho dibuja suavemente en su nuevo oído de muerto,
sobre una hoja doble, abierta, el contorno
indescriptible.

Y más arriba, las estrellas. Nuevas. Las estrellas
del país del dolor. Lentamente las nombra la Lamentación:
"Mira, aquí: el Jinete, el Bastón, y a la constelación
más llena la llaman: Corona de Frutos. Luego, más allá,
hacia el polo: Cuna, Camino, el Libro Ardiente, Títere,
Ventana. Pero en el cielo del sur, pura como en la palma
de una mano bendita, la clara M resplandeciente,
que significa las Madres...

Pero el muerto debe avanzar, y en silencio la anciana
Lamentación lo lleva hasta el barranco
donde resplandece la luna:
la Fuente de la Alegría. Con veneración
ella la nombra, dice: "Entre los hombres
es una corriente que arrastra".

Están al pie de la montaña
y ahí ella lo abraza, llorando.

Sube él, solitario, hacia los montes del dolor original.
Y ni siquiera una vez su paso resuena desde el destino mudo.

Pero si despertaran en nosotros un símbolo, ellos,
los interminablemente muertos, mira, señalarían quizás
los amentos de los avellanos vacíos, colgantes,
o pensarían en la lluvia, que cae sobre el suelo oscuro en primavera.

Y nosotros, que pensamos en la dicha creciente,
sentiríamos la emoción
que casi nos consterna
cuando algo dichoso cae”.

El viaje al pueblo de La Mancha profunda terminó con una copiosa cena en la misma Plaza Mayor. No creo que consiguiéramos que el alcalde dejara las calles como estaban, pero, al menos, a mí me sirvió para hablar con personas comprometidas con su presente y su futuro.
Unos días después ETA nos daba una gran alegría.
Los ángeles de Rilke podían dejar de lamentarse.

Artículo publicado en el Diario Progresista el 28 de Octubre 2011

sábado, 22 de octubre de 2011

García Galiano en la Tertulia del Café Ruiz

Quería comentar unas cosas sobre la tertulia:

1) Seguimos haciéndola en el "Café Ruiz", ya que en "Tipos Infames" nos querían alquilar el local, pagando claro. En el Café Ruiz nos reservan todos los miércoles la parte final del mismo, a las 18,30 h (ya estuvimos ahí el miércoles pasado), y se está muy bien.

2) Como había adelantado, el próximo miércoles nos visitará un gran escritor: Ángel García Galiano, para hablarnos de su novela "Hilo de plata", y de lo que queráis, porque es un magnífico docente. Algunos ya lo conocéis porque estuvo hace un par de años con nosotros, y además estuvimos en la Casa del Libro en la presentación oficial de la novela.

Rilke en La Mancha (II)

Después de la comida, reanudamos la marcha camino de Villamayor de Calatrava. Nos esperaban a las cinco de la tarde, en la Plaza Mayor, para comenzar las reivindicaciones poéticas de personajes "tan poco conocidos" como Pablo Neruda, Pablo Iglesias y Enrique Tierno. Seguí leyendo la Décima Elegía de Rilke.

Este poema tiene muchas interpretaciones. Sus versos son resbaladizos, pero nunca pierden su afán modernista. En ellos se nota el poder de la autodestrucción, de la inmolación del autor en la propia obra. Es la búsqueda del sentido de la muerte, del individuo situado en el espacio y el tiempo.
No tardamos en encontramos con el ángel y la noche. El ángel está fuera de la vida y de la muerte, y se puede comparar con el “ciprés” de Valéry. No existen referencias a la mitología judeo cristiana, sino que domina una visión pre cristiana, con el magisterio de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.

“Sólo los muertos jóvenes, en la primera condición
de serenidad atemporal, la deshabituación, la siguen
con amor. Ella aguarda a las chicas y se hace amiga
de ellas. Silenciosamente les muestra lo que lleva
consigo. Perlas de dolor y los finos velos
de la tolerancia. Con los muchachos camina
en silencio.

Pero ahí, donde viven, en el valle, una Lamentación,
una de las más ancianas, se encarga del muchacho, cuando
él pregunta: -Nosotras éramos, dice ella, una
gran familia, nosotras, las lamentaciones. Los padres
trabajaban en la minería, ahí en la gran montaña:
entre los hombres, a veces encuentras un pedazo
de dolor original, pulimentado, o lascas de ira
petrificada del viejo volcán. Sí, esto venía de ahí.
Alguna vez fuimos ricas.

Y ella lo conduce ligeramente a través del amplio paisaje
de las lamentaciones, le muestra las columnas
de los templos y las ruinas de los castillos, desde donde
antiguamente, los príncipes de las lamentaciones
con sabiduría gobernaban el país. Le muestra los altos
árboles de las lágrimas y los campos de la florida
melancolía. (Los vivos sólo la conocen como follaje
tierno.) Le muestra los animales del duelo, paciendo,
y a veces, un pájaro se espanta, y traza en el espacio,
volando bajo, frente a ellos, de través, al ras
de su mirada, la imagen escrita de su grito solitario.
Al atardecer lo lleva a las tumbas de los ancianos
de la familia de las lamentaciones, las sibilas
y los señores del consejo. Pero se acerca la noche,
así que caminan más quedo, y pronto se levanta, lleno
de luna, el monumento funerario, que vela sobre todas
las cosas. Es hermano de aquélla del Nilo, la sublime
esfinge: rostro de la cámara callada. Y se asombran ante
la cabeza coronada, que para siempre, silenciosamente,
ha puesto el rostro de los hombres sobre la balanza de las estrellas.

(continuará)

viernes, 14 de octubre de 2011

Rilke en La Mancha (I)

El sábado 8 de Octubre de 2011 un grupo de románticos nos dirigimos desde Madrid a un pueblo de La Mancha, Villamayor de Calatrava, para reivindicar la memoria y el arte. ¿Cómo era posible que el nuevo alcalde decidiera cambiar los nombres de unas calles alegando que nadie conocía, por ejemplo, a Pablo Neruda? Ya se ha hablado bastante de ello en este periódico, así que voy a referirme a una de las consecuencias que para mí tuvo aquel viaje hacia la tierra de don Quijote.

Después de las lógicas intervenciones políticas del evento (presentadas por el increíble Antonio Carmona), tuvo lugar la parte más interesante - la lectura de poemas-, desde un señor de ochenta y tantos años, hasta unos niños de diez o doce. Yo también había decidido leer algo, pero al final me pareció que el poema que había elegido era muy largo. Al salir de casa me había metido un libro en el bolsillo de la chaqueta, pensando que durante el viaje elegiría un poema adecuado para la ocasión. Me refiero a una Antología poética de Rilke que me acompaña desde el año 1982.

A Rilke empecé a entenderlo desde que la profesora Jana Popeanga me hablara de él durante un máster de Estudios Literarios en la Complutense. No es que antes no encerrara algún sentido inefable para mí, pero desde que aquella profesora rumana no se refirió a Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, etcétera, para desembocar en Rilke y Eliot, no entendí que parte del sentido de la vanguardia se me había escapado.
Ya en el autobús, y después de charlar un rato de literatura con Antonio José Cerdá y Gustavo Vidal, busqué las “Elegías de Duino”. La más especial siempre había sido la Décima, que comienza de esta forma:

“Que un día, libre ya de la terrible visión que me acosa,
se eleve mi canto de júbilo y alabanza hasta los ángeles propicios.
Que ninguno de los martillos de mi corazón
pulsados nítidamente rehúse herir las cuerdas flojas, vacilantes o desgarradas.
Que mi rostro inundado de lágrimas me haga más resplandeciente:
que el llanto imperceptible florezca.
¡Qué caras me seréis, entonces, oh noches,
llenas de pesadumbre!
Cómo no me arrodillé más ante ustedes, hermanas
inconsolables, para recibirlas; cómo no me abandoné
a mí mismo, más suelto todavía, en su suelto cabello.
Nosotros, derrochadores de dolores. Cómo por anticipado
los divisamos en la triste duración: por si tal vez
tienen final. Pero ellos son, desde luego, nuestro
follaje de invierno, nuestro oscuro verde perenne,
-uno de los tiempos del año secreto, no sólo tiempo-;
son lugar, asentamiento, lecho, suelo, domicilio.
Por cierto, ay, qué extrañas son las callejuelas
de la Ciudad del Dolor, donde en el falso silencio,
fuerte, hecho de gritería, lo que ha sido vertido
del molde del vacío alardea: el dorado estrépito,
el monumento estallante. Oh, cómo un ángel
les aniquilaría, sin dejar rastro, el mercado
de consuelos, al que la iglesia rodea, la que compraron
prefabricada: limpia, cerrada y desengañada como
una oficina de correos en domingo. Fuera, en cambio, cómo
se encrespan las orillas de la feria. ¡Columpios
de la libertad! ¡Buzos y malabaristas del afán!
Y el tiro al blanco de la felicidad acicalada,
con figuritas, donde los blancos se tambalean
como de hojalata cuando son alcanzados por un tirador
más atinado. Del aplauso hacia el azar, sigue él,
a traspiés; pues se anuncian puestos de todo tipo
de curiosidades, tocan al tambor y chillan. Pero hay
para los adultos algo más especial que ver: cómo
se multiplica el dinero, anatómicamente, no sólo
por diversión: el órgano genital del dinero, todo,
el conjunto, el procedimiento, esto instruye y hace
fértil...
...Oh, pero ahí junto, afuera, detrás de
las últimas vallas, tapizadas de anuncios
de "Sin Muerte", de esa amarga cerveza, que parece dulce
a sus bebedores, siempre y cuando mastiquen con ella
diversiones frescas..., exactamente a espaldas
de las vallas, exactamente detrás, está lo real.
Los niños juegan, los amantes se toman uno al otro,
apartados, con seriedad, en la pobre hierba, y los perros
tienen su mundo. El muchacho es atraído más allá;
quizás ama a una joven Lamentación... Tras ella va
por praderas. Ella dice: -Lejos. Vivimos allá afuera.
-¿Dónde? Y el muchacho sigue. Ella lo conmueve con su
actitud. El hombro, el cuello... quizás ella es de noble
origen. Pero la deja, se da la vuelta, mira en torno,
hace una seña... ¿Qué se ha de hacer? Ella es una
Lamentación”.

Dejé de leer en este punto. Nos acercábamos a las Tablas de Daimiel para comer, y el curioso paisaje reclamaba mi atención.

(continuará)

viernes, 7 de octubre de 2011

Cambio de ubicación de la Tertulia Literaria

Quería comentar que, por motivos de espacio, tenemos que cambiar de sitio para hacer las tertulias. Parece ser que el Café Ruiz se ha puesto de moda, y el último día casi no había sitio, ya que hay más tertulias. En fin, el caso es que he hablado con uno de los dueños del Café Librería "Tipos Infames...", que está en la calle San Joaquín, 3, casi esquina con la calle Fuencarral, muy cerca del metro de Tribunal, en pleno Malasaña. Es un "infame" muchacho majísimo que estudió Teoría de la Literatura, como yo, y nos deja un sitio adecuado para nuestras charlas. Algunos miércoles hay presentaciones de libros sobre las 8 de la tarde, así que podemos terminar a esa hora o quedarnos a alguna de ellas.

La librería, como tal, es francamente buena, ya que tienen un gusto excelente para seleccionar libros.

El próximo miércoles es fiesta, así que nos veremos el siguiente en este nuevo sitio. A ver si para entonces puedo invitar a uno de los fundadores de la revista digital "Culturamas", que es amigo, y del que os hablé el otro día.

(Por cierto, espero que disfrutarais ayer los que fuisteis a la Residencia de Estudiantes con el recital de Lêdo Ivo)

Posmodernidad literaria (y IV)

El recurso a las redes sociales es una consecuencia de todo lo expuesto en los anteriores artículos. También influyen la cultura cinematográfica (el arte del siglo XX) y la realidad virtual que proporcionan los nuevos soportes técnicos, el marketing y la música pop -sobre todo, entre los jóvenes- conectada con todo tipo de músicas, desde la clásica a las de los países del Tercer Mundo.

La ficción ha estado confinada hasta hace poco en el restringido ámbito de la creación artística, pero ha terminado por contagiar la realidad cotidiana a través de la visión que de ella ofrecen los medios. Se vive dentro de la cultura del simulacro y la simulación; es la cultura del “remake” (en cine, teatro, arquitectura, pintura, literatura). El mapa ha cubierto el territorio, por utilizar la metáfora de Borges. Todo se virtualiza y puede resumirse en imágenes, con inversión de los papeles entre el sujeto y el objeto; ahora sería el objeto el que representa al sujeto.

Aun así, no hay que olvidar que el arte ayuda a encontrar un sentido a la vida. Lo virtual lucha contra la mentira del poder utilizando otra mentira mejor; es un paso más en el camino del ser humano. A la hora de estudiar el cuerpo humano se ofrece un diagnóstico en tres dimensiones, y ya se habla incluso de telecirugía. En economía, los bancos se convierten en virtuales, como el dinero. Y en cuanto al texto, hay que referirse al hipertexto (un texto virtual) que se abre a través de enlaces. Los jóvenes y menos jóvenes navegan ya habitualmente con su “messenger” o lo hacen a través de “blogs”.

Con el desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías se pueden crear, literalmente, nuevos mundos que no necesitan de la materia prima del mundo real para que puedan existir, e incluso interactuar. Algunos ejemplos son las películas de los ochenta como Blade Runner, con el eclecticismo entre cine negro y ciencia ficción, el pastiche temporal, la mezcla de razas e idiomas, y el mundo como realidad virtual, donde cada vez hay menos diferencias entre realidad y ficción.

También puede considerarse la primera película de Indiana Jones, y películas esenciales de la posmodernidad, como E.T. o Matrix, lo que recuerda a Jankélévitch y sus expresiones “yo no sé qué” y “casi nada”, a la hora de representar lo que no es posible representar, de decir lo que resulta indecible o de mostrar lo que parece invisible.

sábado, 1 de octubre de 2011

Posmodernidad literaria (III)

El discurso narrativo se encuentra sometido en la actualidad a un juego especular caracterizado por la continua manipulación de las convenciones de la ficción, el uso y abuso de la metaficción y de la transtextualidad.

Las obras se convierten en polifonías textuales cuando, además de la suya, resuenan otras voces, otros lenguajes ajenos. La conciencia es esencialmente dialógica; la idea adquiere sentido al relacionarse con ideas ajenas. En la novela, sobre todo, el autor es consciente de que el mundo está saturado de palabras ajenas, entre las que tiene que lograr su propia palabra. La metaficción recuerda al lector que está ante una obra de ficción, y se trata de jugar con la relación entre la distinción tradicional de ficción y realidad.

No hay fronteras entre la alta y la baja cultura, sino una estética publicitaria y un diseño de cómic. Los escritores y lectores entran y salen, continuamente, de la ficción en ese juego metaficcional. Con estos procedimientos se puede llegar a la ruina del mecanismo mismo de la construcción ficcional, aunque la literatura transforma ese problema en una verdadera conquista.

Según Lyotard, el eclecticismo es el grado cero de la cultura general contemporánea. Así, al mediodía comemos tranquilamente en un McDonalds, mientras que por la noche elegimos un plato de cocina local. A pesar de que vivamos en Tokio, nos perfumamos como en París, y oímos “reggae” o miramos un western. Al lector se le pide su participación y se le asegura que si la lleva a cabo disfrutará realmente con el relato. Teniendo en cuenta que la novela ya había fagocitado muchos géneros literarios, ahora reparte esas funciones entre la narración lírica, la narración filosófica, el pastiche fantástico o la crónica autobiográfica o de viajes. ¿Ya no existe la posibilidad de una obra que sea todas estas cosas a la vez?

Un aspecto que no debe olvidarse es que el lector está condicionado por la cambiante información de los medios de comunicación, pero a este aspecto le dedicaré el próximo artículo.

(Publicado en el Diario Progresista, el 30 de Septiembre de 2011)