viernes, 3 de junio de 2011

La literatura es como el amor

La fuerza de la literatura, y particularmente de la novela, es muy superior a la de la televisión, el cine o Internet. Aparentemente, estos medios de comunicación son más directos, nos muestran sus historias con eficacia, pero no nos dejan meternos en la mente de los personajes. La originalidad de la novela permite ver el mundo desde la perspectiva de otras personas y, a la vez, observar lo que ocurre en su interior, en su propia conciencia.

El hiperrealismo es un síntoma de la cultura posmoderna; no se puede decir que la hiperrealidad existe o no, sólo que es una forma de describir la información a la que se ve expuesta la conciencia. Nos encontramos ante una realidad vista a través de “intermediarios”.

El mundo en que vivimos ha sido reemplazado por un mundo copiado, donde no buscamos más que estímulos simulados. La ficción ha terminado por contagiar a la realidad cotidiana a través de la visión que de ella ofrecen los medios de comunicación, sobre todo los relativos a la imagen. Vivimos inmersos en la cultura del espectáculo, que incluye los hechos más crudos, violentos o que pueden dañar la sensibilidad del espectador, por ejemplo de televisión, medio que consigue convertir en cotidianas las imágenes más sorprendentes. En Internet, la televisión y el cine se han borrado las fronteras entre ficción y realidad, y hasta cierto punto la realidad empieza a ocupar el espacio reservado a la ficción.

Con el desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías se pueden crear, casi literalmente, nuevos mundos que no necesitan de la materia prima del mundo real para que puedan existir, e incluso interactuar. Estos lenguajes se reafirman en su propio contexto, no tienen sentido fuera de él. Los que utilizan asiduamente tales medios buscan un sentido rápido a las cosas, sobre todo si están huérfanos de referente.
En cambio la persona que está habituada a leer literatura es capaz de esperar hasta que llega ese sentido. Por eso la literatura es como el amor, que se desliga fácilmente del simple enamoramiento, esa cristalización de la que nos habló Sthendal, y que se agota en seguida.

3 comentarios:

  1. Hace tiempo que dejé de creer en la literatura y por supuesto en el amor

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  2. Pues lo siento, porque son las dos cosas que todavia tienen sentido en estos tiempos.

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  3. Me parece muy bien, querido Justo, pero sabes de sobra que el amor no existe
    Mari Mar

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