lunes, 7 de marzo de 2011

Ser de izquierdas

El otro día mi hijo de 13 años me preguntó qué significaba ser de izquierdas;
me había escuchado hablar de ello varias veces en casa, y quería que se lo explicara. Le respondí que no era fácil resumirlo en pocas palabras, pero que en cualquier caso ser de izquierdas significaba defender una serie de ideas y valores, y que la clave estaba en la evolución que había vivido Occidente en los últimos siglos.


Le dije que el siglo XVIII representó la búsqueda de la justicia equitativa y la libertad de expresión (religiosa y de pensamiento). La idea de ciudadanía civil se plasmó al amparo de los Derechos del Hombre y de las revoluciones de Estados Unidos y Francia, lo que dio lugar al logro de los derechos relativos a la libertad individual, es decir, libertad personal, de expresión, creencias, pensamiento, propiedad y justicia. En Europa se terminó aceptando la laicización de la sociedad, y las referencias a lo divino fueron superadas (salvo en países concretos como España, donde todavía seguimos cuestionando cosas que son obvias).

Le dije también que el XIX fue el siglo del derecho de los ciudadanos a formar parte activa en el ejercicio del poder político. La ciudadanía política se refiere a los derechos que permiten la participación en ese poder: libertad de prensa, de reunión, de elegir y ser elegido, de constitución de partidos políticos y de sindicatos.

El siglo XX fue testigo de la forma en que el derecho de los ciudadanos pudo concretarse en los campos social y económico, con la cobertura de unas condiciones mínimas de educación, salud, seguridad y nivel de vida. La ciudadanía social abarca el conjunto de derechos y deberes civiles relativos al bienestar del ciudadano, tanto en el terreno económico (con los derechos al trabajo, percepción de un salario mínimo, subsidio familiar e igualdad de oportunidades), como en el terreno de la seguridad (derechos a la salud, pensión y protección contra los riesgos laborales).

Mi hijo no comprendió del todo algunas de estas expresiones, y me comentó que se iba a hacer los deberes de tecnología, que en su Instituto le ponen a través de Internet, pero mientras abría el ordenador me preguntó si la crisis económica podía terminar con algunas de esas cosas que le había contado.

(Por cierto, todo esto no me lo he inventado yo, podemos leer a Diderot, Rousseau, Marshall, Todorov, Pavel, etcétera. No dije nada de esto a mi hijo, y le dejé que hiciera sus deberes).


(Artículo publicado en "El Diario Progresista", el 14 de Enero del 2011)

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